TEXTOS MISA
Jueves de la III Semana de Pascua.
Jueves de la III Semana de Pascua.
Antífona de entrada Cf. Ex 15, 1-2
Cantemos al Señor; gloriosa es su victoria. Mi fuerza y mi alabanza es el Señor, él fue mi salvación. Aleluya.
Cantémus Dómino: glorióse enim magnificátus est. Fortitúdo mea et laus mea Dóminus, et factus est mihi in salútem, allelúia.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, concédenos experimentar más de cerca tu amor, que, por tu bondad, hemos conocido con mayor profundidad en estos días de Pascua, y afianza en el testimonio de la verdad a quienes has librado de las tinieblas del error. Por nuestro Señor Jesucristo.
Omnípotens sempitérne Deus, propénsius his diébus tuam pietátem consequámur, quibus eam plénius te largiénte cognóvimus, ut, quos ab erróris calígine liberásti, veritátis tuae fírmius inhaerére fácias documéntis. Per Dóminum.
LITURGIA DE LA PALABRA
LITURGIA DE LA PALABRA
Lecturas del Jueves de la III semana de Pascua (Lec. II).
PRIMERA LECTURA Hch 8, 26-40
Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.
En aquellos días, un ángel del Señor habló a Felipe y le dijo:
«Levántate y marcha hacia el sur, por el camino de Jerusalén a Gaza, que está desierto».
Se levantó, se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido a Jerusalén para adorar. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo al profeta Isaías.
El Espíritu dijo a Felipe:
«Acércate y pégate a la carroza».
Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó:
«¿Entiendes lo que estás leyendo?».
Contestó:
«Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?».
E invitó a Felipe a subir y a sentarse con él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este:
«Como cordero fue llevado al matadero,
como oveja muda ante el esquilador,
así no abre su boca.
En su humillación no se le hizo justicia.
¿Quién podrá contar su descendencia?
Pues su vida ha sido arrancada de la tierra».
El eunuco preguntó a Felipe:
«Por favor, ¿de quién dice esto el profeta?; ¿de él mismo o de otro?».
Felipe se puso a hablarle y, tomando píe de este pasaje, le anunció la Buena Nueva de Jesús. Continuando el camino, llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco:
«Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?». Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su camino lleno de alegría.
Felipe se encontró en Azoto y fue anunciando la Buena Nueva en todos los poblados hasta que llegó a Cesarea.
«Levántate y marcha hacia el sur, por el camino de Jerusalén a Gaza, que está desierto».
Se levantó, se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido a Jerusalén para adorar. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo al profeta Isaías.
El Espíritu dijo a Felipe:
«Acércate y pégate a la carroza».
Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó:
«¿Entiendes lo que estás leyendo?».
Contestó:
«Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?».
E invitó a Felipe a subir y a sentarse con él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este:
«Como cordero fue llevado al matadero,
como oveja muda ante el esquilador,
así no abre su boca.
En su humillación no se le hizo justicia.
¿Quién podrá contar su descendencia?
Pues su vida ha sido arrancada de la tierra».
El eunuco preguntó a Felipe:
«Por favor, ¿de quién dice esto el profeta?; ¿de él mismo o de otro?».
Felipe se puso a hablarle y, tomando píe de este pasaje, le anunció la Buena Nueva de Jesús. Continuando el camino, llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco:
«Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?». Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su camino lleno de alegría.
Felipe se encontró en Azoto y fue anunciando la Buena Nueva en todos los poblados hasta que llegó a Cesarea.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial Sal 65, 8-9. 16-17. 20 (R.: 1b)
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Iubiláte Deo, omnis terra.
O bien:Aleluya.
V.Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies.
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Iubiláte Deo, omnis terra.
V. Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Iubiláte Deo, omnis terra.
V. Bendito sea Dios,
que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Iubiláte Deo, omnis terra.
Aleluya Jn 6, 51
R.Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo – dice el Señor–; el que coma de este pan vivirá para siempre. R.
Ego sum panis vivus, qui de caelo descéndi, dicit Dóminus; si quis manducáverit ex hoc pane, vivet in aetérnum.
EVANGELIOJn 6, 44-51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
╬Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”.
Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo:
el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”.
Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo:
el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Beato Pablo VI, Encíclica Mysterium fidei 6.
Realizada la transubstanciación, las especies de pan y de vino adquieren sin duda un nuevo significado y un nuevo fin, puesto que ya no son el pan ordinario y la ordinaria bebida, sino el signo de una cosa sagrada, signo de un alimento espiritual; pero adquieren un nuevo significado y un nuevo fin en cuanto contienen una 'realidad', que con razón denominamos ontológica.
Porque bajo dichas especies ya no existe lo que había antes, sino una cosa completamente diversa; y esto no únicamente por el juicio de fe de la Iglesia, sino por la realidad objetiva, puesto que convertida la substancia o naturaleza del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, no queda ya nada del pan y del vino, sino las solas especies: bajo ellas Cristo todo entero está presente en su 'realidad' física, aun corporalmente, aunque no del mismo modo como los cuerpos están en un lugar.
Por ello los Padres tuvieron gran cuidado de advertir a los fieles que al considerar este augustísimo Sacramento, confiaran no en los sentidos que se fijan en las propiedades del pan y del vino, sino en las palabras de Cristo, que tienen tal fuerza que cambian, transforman, transelementan el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre; porque, como más de una vez lo afirman los mismos Padres, el poder que realiza esto es la misma fuerza de Dios omnipotente que al principio del tiempo creó el universo de la nada.
Oración de los fieles
Oración de los fieles
Jesús es el camino para llegar al Padre. Apoyados en su mediación oremos confiadamente.
-Por la Iglesia, para que aumente el número de los llamados a consagrar sus vidas al servicio de Dios y de los hermanos. Roguemos al Señor.
-Por la Iglesia, para que aumente el número de los llamados a consagrar sus vidas al servicio de Dios y de los hermanos. Roguemos al Señor.
-Por los diáconos de la Iglesia, para que el Espíritu Santo los colme de fe y sabiduría y sean servidores fieles de la Palabra y de la caridad. Roguemos al Señor.
-Por los organismos internacionales que trabajan por solucionar el problema del hambre en el mundo, para que encuentren el apoyo y la colaboración de todos. Roguemos al Señor.
-Por nosotros, que participamos en la eucaristía, para que vivamos también en comunión plena con todos los que creen en Jesucristo. Roguemos al Señor.
ESCÚCHANOS benigno, Señor y Dios nuestro. Atráenos hacia tu Hijo para que, en él, consigamos la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
-Por los organismos internacionales que trabajan por solucionar el problema del hambre en el mundo, para que encuentren el apoyo y la colaboración de todos. Roguemos al Señor.
-Por nosotros, que participamos en la eucaristía, para que vivamos también en comunión plena con todos los que creen en Jesucristo. Roguemos al Señor.
ESCÚCHANOS benigno, Señor y Dios nuestro. Atráenos hacia tu Hijo para que, en él, consigamos la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre las ofrendas
Oh, Dios, que nos haces partícipes de tu única y suprema divinidad por el admirable intercambio de este sacrificio, concédenos alcanzar en una vida santa la realidad que hemos conocido en ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Deus, qui nos, per huius sacrifícii veneránda commércia, uníus summaeque divinitátis partícipes effecísti, praesta, quaesumus, ut, sicut tuam cognóvimus veritátem, sic eam dignis móribus assequámur. Per Christum.
PREFACIO PASCUAL III
Cristo vivo e intercesor perpetuo en favor nuestro
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca exaltarte en este tiempo glorioso en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él no cesa de ofrecerse por nosotros, intercediendo continuamente ante ti; inmolado, ya no vuelve a morir; sacrificado, vive para siempre.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan el himno de tu gloria diciendo sin cesar:
Vere dignum et iustum est, aequum et salutáre: Te quidem, Dómine, omni témpore confitéri, sed in hoc potíssimum gloriósius praedicáre, cum Pascha nostrum immolátus est Christus.
Qui se pro nobis offérre non désinit, nosque apud te perénni advocatióne deféndit; qui immolátus iam non móritur, sed semper vivit occísus. Quaprópter, profúsis paschálibus gáudiis, totus in orbe terrárum mundus exsúltat. Sed et supérnae virtútes atque angélicae potestátes hymnum glóriae tuae cóncinunt, sine fine dicéntes:
R. Santo, Santo, Santo...
Antífona de comunión 2 Cor 5, 15
Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Aleluya.
Pro ómnibus mórtuus est Christus, ut et qui vivunt iam non sibi vivant, sed ei qui pro ipsis mórtuus est et resurréxit, allelúia.
Oración después de la comunión
Asiste, Señor, a tu pueblo y haz que pasemos del antiguo pecado a la vida nueva los que hemos sido alimentados con los sacramentos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Pópulo tuo, quaesumus, Dómine, adésto propítius, et, quem mystériis caeléstibus imbuísti, fac ad novitátem vitae de vetustáte transíre. Per Christum.
Objavi komentar