LITURGIA DE LA PALABRA
Palabra de Dios.
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Jesucristo, como Hijo verdadero de Aquel que dio la ley, según la semejanza de las bendiciones que se conceden por la ley, explicó las felicidades de los que se salvan; y según la semejanza de las maldiciones expuestas en la ley, dice ¡ay! contra los pecadores, cuando añade: "¡Mas ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!" Los que creen que es bueno decir esto contra los pecadores, comprendan que el propósito de Dios es semejante cuando maldice por medio de su ley; aquella maldición de la ley como el "ay" del Señor recaen sobre el pecador, no por causa del que los pronuncia, sino por causa de sus pecados, por los cuales se vuelve digno de escuchar estas cosas que Dios pronunció para corregir, a fin de que los hombres se conviertan al bien. Así como el padre cuando reprende al hijo pronuncia algunas veces palabras de maldición, aunque no desea que el hijo sea digno de ellas, sino más bien que le sirva para separarle de lo malo, así el Señor explica la causa de esta amenaza cuando dice: "Que cerráis el reino de los cielos", etc. Estos dos preceptos son naturalmente inseparables, porque el hecho de que alguno no permita que entren los demás es causa suficiente para que él mismo quede excluido.
Lecturas del Lunes de la XXI semana del Tiempo Ordinario, año par (Lec. III-par).
PRIMERA LECTURA 2 Tes 1, 1-5. 11b-12
El nombre del Señor será glorificado en vosotros y vosotros en él
Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses.
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses en Dios, nuestro Padre, y en el Señor Jesucristo.
A vosotros gracia y paz de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.
Debemos dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente y sigue aumentando el amor mutuo de todos y cada uno de vosotros.
Esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las iglesias de Dios por vuestra paciencia y vuestra fe en medio de todas las persecuciones y tribulaciones que estáis soportando.
Así se pone de manifiesto el justo juicio divino, de manera que lleguéis a ser dignos del reino de Dios, por el cual padecéis.
Nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
A vosotros gracia y paz de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.
Debemos dar continuas gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, pues vuestra fe crece vigorosamente y sigue aumentando el amor mutuo de todos y cada uno de vosotros.
Esto hace que nos mostremos orgullosos de vosotros ante las iglesias de Dios por vuestra paciencia y vuestra fe en medio de todas las persecuciones y tribulaciones que estáis soportando.
Así se pone de manifiesto el justo juicio divino, de manera que lleguéis a ser dignos del reino de Dios, por el cual padecéis.
Nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial Sal 95, 1-2a. 2b-3. 4-5 (R.: cf. 3)
R.
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones. | Annuntiate in ómnibus pópulis mirabilia Dómini. |
V. Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones. | Annuntiate in ómnibus pópulis mirabilia Dómini. |
V. Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones. | Annuntiate in ómnibus pópulis mirabilia Dómini. |
V. Porque es grande el Señor,
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles no son nada,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R.
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles no son nada,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R.
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones. | Annuntiate in ómnibus pópulis mirabilia Dómini. |
Aleluya Jn 10, 27
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Mis ovejas escuchan mi voz -dice el Señor-, y yo las conozco, y ellas me siguen. R. | Oves meæ vocem meam áudiunt, dicit Dóminus; et ego cognósco eas, et sequúntur me. |
EVANGELIOMt 23, 13-22
¡Ay de vosotros, guías ciegos!
╬Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la “gehenna” el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga”! Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?
O también: “Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga”. ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por cuanto hay sobre él; quien jura por el templo, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él».
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la “gehenna” el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga”! Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?
O también: “Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga”. ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por cuanto hay sobre él; quien jura por el templo, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él».
Palabra del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.
Orígenes, homilia 25 in Matthaeum
Jesucristo, como Hijo verdadero de Aquel que dio la ley, según la semejanza de las bendiciones que se conceden por la ley, explicó las felicidades de los que se salvan; y según la semejanza de las maldiciones expuestas en la ley, dice ¡ay! contra los pecadores, cuando añade: "¡Mas ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!" Los que creen que es bueno decir esto contra los pecadores, comprendan que el propósito de Dios es semejante cuando maldice por medio de su ley; aquella maldición de la ley como el "ay" del Señor recaen sobre el pecador, no por causa del que los pronuncia, sino por causa de sus pecados, por los cuales se vuelve digno de escuchar estas cosas que Dios pronunció para corregir, a fin de que los hombres se conviertan al bien. Así como el padre cuando reprende al hijo pronuncia algunas veces palabras de maldición, aunque no desea que el hijo sea digno de ellas, sino más bien que le sirva para separarle de lo malo, así el Señor explica la causa de esta amenaza cuando dice: "Que cerráis el reino de los cielos", etc. Estos dos preceptos son naturalmente inseparables, porque el hecho de que alguno no permita que entren los demás es causa suficiente para que él mismo quede excluido.
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